martes, 21 de agosto de 2007

YO, JUEZ


Me piden, de unas conocidas bodegas, que participe y puntúe en relación a diversas características técnicas y organolépticas de tres vinos similares, en una cata organizada con la presencia de varios expertos (entre los que no me encuentro, naturalmente).

Pruebo el primer vino. Está estupendo. No lo escupo – como mandan los cánones - sino que me lo bebo cuidadosamente.

Pruebo el segundo. No logro distinguir ningún matiz ni mejor ni peor que el anterior, pero también está buenísimo. Y también me lo bebo, para horror de los expertos.

Pruebo el tercero. No sé si por los incipientes efectos del primero y el segundo, el caso es que me parece igualmente fantástico. En cuanto a matices y cualidades de todo tipo, soy incapaz de concretar ninguna en especial. Dada la situación, miro cuidadosamente a los lados y en un despiste general el vino va para adentro.

Pido disculpas al convocante por mi escasa aportación al evento y me excuso para siguientes convocatorias (supongo que ya me habían excusado ellos, pero que me quiten los tres vinitos que me he tomado, tan ricamente)

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