viernes, 21 de septiembre de 2007

ANTOÑITO EL DEL BOCATA


No recuerdo muy bien, pero creo que es Raúl Guerra Garrido, el genial escritor madrileño, quien en algún artículo o libro cuenta una entrañable anécdota:

Hacia mediados de los setenta todos los días del año y a las mismas horas, sin excepción, un joven y menudo pintor se situaba en plena Gran Vía madrileña, en medio de la calzada, entre los coches de una y otra dirección y frente al edificio Metrópolis, con todos sus artilugios desplegados: caballete, silla, paleta, espátula, óleos y…bocata de gran tamaño del que a diario daba buena cuenta hacia las 12 de la mañana. No así su obra, que parecía no avanzar.

Dada la afluencia de tráfico en esos años, la verdad es que el hombre tampoco molestaba demasiado, hasta el punto de que los municipales de la zona le conocían y toleraban perfectamente. Así pasaban los días sin que nadie le llamara claramente la atención: él pintando y los guardias pitando.

Pero un buen día, parece ser que a la hora justa del bocadillo, atravesaba la Gran Vía una comitiva oficial, algún ministro o visitante extranjero, de modo que la circulación se dificultó considerablemente y los coches atrapados en el atasco la tomaron con el pobre artista: “eh, tu, tío, aparta, coño, no ves la que hay liada?” “Pero chaval, quita hombre, si no quieres que te lleve por delante…”

En fin, que necesariamente tuvieron que acudir dos de los guardias habituales de la zona, que le pidieron de muy buena forma: “Antoñito, joder, deja el trabajo por un día y sal de aquí. ¿No ves el folllón hay?”

El tal Antoñito se trasladó obedientemente a la acera, desde donde no se dignó dar ni una pincelada, sino que allí se quedó muy callado recogiendo y acabando su bocata, dada la hora.

Solucionado el tema, uno de los guardias le preguntó al otro: “Pero este tío ¿quien coño es? ¿Tú crees que llegará a se famoso algún día”?

A lo que el otro le respondió: “No creo…como se va a hacer famoso si se apellida López”

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